De la basura electrónica al empoderamiento
Una iniciativa de Rotary convierte computadoras viejas en nuevas oportunidades
Millones de niños de todo el mundo carecen de acceso a herramientas digitales para el aprendizaje. Al mismo tiempo, millones de aparatos electrónicos acaban en la basura cada año. Pero en el sur de Taiwán, una computadora averiada no se encuentra al final de su vida útil. Gracias a un proyecto liderado por Rotary, puede pasar a formar parte del futuro de un niño.

Alumnos de la Shoushan Middle School de Kaohsiung (Taiwán), guiados por rotarios y voluntarios de la Universidad Nacional Sun Yat-sen, reacondicionan computadoras usadas.
La iniciativa, llamada Digital Waste to Digital Hope (De Basura Digital a Esperanza Digital), aborda el doble reto planteado por los residuos electrónicos y la desigualdad digital. Guiados por mentores y profesores universitarios, los estudiantes de la Shoushan Middle School de Kaohsiung (Taiwán) desmontan, limpian, reparan y vuelven a montar computadoras usadas. Las computadoras restauradas se donan a estudiantes de primaria de zonas rurales, muchos de los cuales nunca han tenido uno de estos dispositivos en sus casas.
«En Taiwán, como en muchos otros países, los aparatos electrónicos se desechan a un ritmo alarmante», afirma Jackie Shih, socia del Club Rotario de Kaohsiung (Taiwán). «Este proyecto aborda ese despilfarro a la vez que capacita a nuestros jóvenes para tomar acción a través del conocimiento y el servicio».
El programa está financiado por una subvención global de La Fundación Rotaria y patrocinado por el Club Rotario de Pingtung Feng-Huang, otros 11 clubes taiwaneses, un club coreano y la Universidad Nacional Sun Yat-sen de Sizihwan, Kaohsiung (Taiwán).
El aprendizaje práctico es la clave del programa.
«Aprendí a limpiar la CPU y a instalar tarjetas de memoria», explica Kyuri Park, una de las estudiantes que se encargan del reacondicionamiento. «Ahora sé que los recursos de la Tierra no son infinitos. Cada computadora que reparamos contribuye a la protección del planeta y ayuda a otra persona».
El proyecto ha reparado y entregado más de 100 computadoras. Para estudiantes como Jojo, que recibió una computadora reacondicionada, el impacto es evidente.
«Recuerdo haber estado nerviosa la primera vez que la llevamos a casa», recuerda. «Ahora se ha convertido en el corazón de nuestro hogar. La uso para estudiar y jugar, mi hermana hace en ella sus tareas escolares y mis padres la utilizan para ver videos».

Maestros de primaria y secundaria reciben capacitación de profesores del Departamento de Gestión de la Información de la Universidad Nacional Sun Yat-sen sobre cómo usar un juego de mesa educativo centrado en los desechos electrónicos y la protección del medioambiente.
La subvención global financió dos laboratorios dedicados, el «Laboratorio de Estética Cero Residuos» y el «Taller de Creación Limpia», donde los estudiantes trabajan con las computadoras y aprenden sobre temas medioambientales. Los socios de Rotary ayudaron a conseguir donaciones, transportaron equipos, asesoraron a los participantes y celebraron cada entrega junto a los estudiantes. El proyecto también cuenta con la participación de colaboradores de la comunidad, incluidas empresas locales y oficinas gubernamentales, que donan equipos usados y prestan apoyo continuo.
«Los socios de Rotary visitaron las escuelas, los laboratorios de reparación y los eventos comunitarios», afirma Shih. «Actuamos como maestros, mentores y colaboradores. Nos ensuciamos las manos. Ayudamos a salvar la brecha digital con compasión y acciones».
El proyecto ya ha supuesto una reducción apreciable de los residuos electrónicos, con un ahorro de carbono estimado en unos 24 040 kilogramos. Pero el impacto a largo plazo radica en el sistema de autorrenovación que se ha generado. Cada nuevo año escolar supone una nueva ola de estudiantes. Luego, esos estudiantes transmiten los conocimientos que adquirieron, lo que garantiza la sostenibilidad del proyecto.
«Es un ecosistema», señala Shih. «Desde los profesores a los expertos en tecnología, pasando por los estudiantes y los donantes, todo el mundo tiene un papel que desempeñar. Cada niño que aprende a arreglar una computadora hoy puede convertirse en el innovador, educador o agente de cambio del mañana».
Alentados por el éxito de la fase piloto, el equipo se propone ahora expandirse. El objetivo es llevar el programa a más escuelas del sur de Taiwán y aumentar el número de computadoras renovadas y donadas cada año.
«Diseñamos este programa con la idea de replicarlo», afirma Shih. «Cualquier escuela, sea donde sea, puede adoptar esta idea. Nuestra esperanza es que más comunidades hagan suyo este modelo, haciendo crecer así una red de reparadores, aprendices y agentes de cambio»
— Junio de 2025
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