Skip to main content

Antiguos refugiados ayudan a desertores a adaptarse a Corea del Sur

por

La península coreana permanece dividida desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Partida en 1945, el norte bajo ocupación soviética y el sur bajo ocupación estadounidense, ambas naciones, las cuales se encuentran todavía en conflicto, han intentado durante décadas conseguir una relación pacífica.

En los años transcurridos desde la división, más de 30 000 personas procedentes del norte escaparon a través de China y llegaron a Corea del Sur en busca de una nueva oportunidad. Durante la pandemia de COVID-19, el número de desertores ha disminuido drásticamente debido al aumento de las medidas de seguridad en la frontera. Antes del brote, el régimen del líder norcoreano Kim Jong Un también había aumentado el número de patrullas fronterizas y añadido una valla electrificada, lo que dificultaba la huida.

Las personas que consiguen llegar a Corea del Sur pasan por un proceso de reasentamiento de tres meses dirigido por el gobierno. Una vez liberados, se les asigna un agente de policía para que los vigile. De ellos depende ahora la labor de forjarse una nueva vida en una cultura coreana diferente.

La relación entre norcoreanos y surcoreanos es compleja. Como parte de la misma nación desde hace miles de años, comparten la misma lengua y celebran las mismas fiestas tradicionales. Sin embargo, persiste el recuerdo de las acciones de espionaje tras la Guerra de Corea. En Corea del Sur, los norcoreanos deben adaptarse a un sistema capitalista y a una cultura que les son desconocidos sin la ayuda de familiares o amigos, al tiempo que deben enfrentarse a las sospechas y los prejuicios existentes contra ellos.

En 2016, con el apoyo del Club Rotario de Ulsan Daeduck, inmigrantes norcoreanos fundaron el Club Rotario de Ulsan Freedom (Libertad), un nombre apropiado para quienes arriesgaron sus vidas para alcanzarla.

  1. El Club Rotario de Ulsan Freedom participa activamente en el servicio a su comunidad junto con otros clubes locales. Durante la pandemia, cinco clubes reunieron kits de cuarentena para 580 inmigrantes norcoreanos en el área de Ulsan. Los líderes de esos clubes posan con los kits y hacen con el dedo el gesto del corazón que se popularizó en Corea del Sur en la década de 2010.

  2. Socios del Club Rotario de Ulsan Freedom (Corea del Sur) trabajan en un proyecto de distribución de kits contra la COVID-19. El club se fundó en 2016 y ayuda a los refugiados a aclimatarse a la sociedad surcoreana.

  3. Socias del Club Rotario de Corea del Sur hacen el gesto del corazón mientras ensamblan kits de cuarentena para familias de inmigrantes norcoreanos. El gesto se popularizó en Corea del Sur en la década de 2010 y consiste en cruzar el pulgar y el índice para formar con ellos la imagen de un corazón.

La mayoría de los inmigrantes norcoreanos en Corea del Sur son mujeres (72,1 %), y más de la mitad tienen entre 20 y 30 años (57,2 %). Muchas de ellas sobrevivieron a la violencia de los traficantes de desertores, al miedo por sus vidas, a la trata de personas o a los matrimonios forzados para llegar finalmente a Corea del Sur tras años de vivir como fugitivas. Tras obtener el estatus de desertores, reciben un salario mensual inferior en unos 500 dólares a la media surcoreana y su tasa de desempleo duplica la media surcoreana (6,3 %). (Estadísticas proporcionadas por el Ministerio de Unificación de Corea del Sur)

Ju Eun Seok, fundadora del club Ulsan Freedom, pasó seis años en China desde que cruzó el río Yalu en 1997 hasta que llegó a Corea con su hijo en 2003. Inmediatamente después, asistió a la universidad y se especializó en trabajo social con el objetivo de ayudar a los desertores norcoreanos a adaptarse a la sociedad. De 2010 a 2013, trabajó como consejera de desertores en la zona de Ulsan ofreciéndoles apoyo en las primeras etapas de su asentamiento. "Me siento tan feliz como si me pasara a mí cuando veo que los norcoreanos reciben capacitación profesional, se adaptan a la sociedad y consiguen un trabajo", dice. Actualmente trabaja como instructora de educación para la unificación.

"En China, la vida era angustiosa y dura por el miedo a que me descubrieran y me obligaran a volver a Corea del Norte", dice Seok. "Mi marido chino y yo tuvimos que huir con frecuencia durante la noche para evitar las redadas de los funcionarios chinos. Fue difícil adaptarse, incluso después de la llegada a Corea. No podía entender lo que decía la gente: utilizaban términos capitalistas desconocidos, como 'bolsa' o 'inversión'. Las palabras inglesas se habían integrado en la conversación cotidiana".

Sin embargo, Seok dice que muchos surcoreanos la ayudaron a ella y a otros desertores. Los clubes rotarios le ofrecieron becas y apoyaron su adaptación. Después de pasar unos años colaborando con los clubes rotarios de Ulsan, el entonces gobernador del Distrito 3721, Hae-Sang Choi, le sugirió que Rotary podría ser un punto de partida para que otras personas establecieran relaciones con la comunidad.

Nos autodenominamos ‘unificación ya existente’.


Clubes coreanos en acción

  1. El Club Rotario de Seúl Shilla y otros clubes del Distrito 3650 celebran regularmente conciertos benéficos para financiar un nuevo edificio para la Escuela Yeomyung para jóvenes inmigrantes norcoreanos.

  2. El Club Rotario de Seúl Guro, del Distrito 3640, apoya a la Escuela Samjeong, escuela alternativa para jóvenes inmigrantes norcoreanos.

  3. El Club Rotario de Yangsan del Distrito 3721, junto con el Departamento de Policía de Yangsan, patrocina desde 2015 las bodas conjuntas de nueve parejas de inmigrantes norcoreanos con dificultades económicas.

  4. El Club Rotario de Ilsan-Jeongbal, del Distrito 3690, ofrece atención dental gratuita a jóvenes norcoreanos.

En la actualidad, el Club Rotario de Ulsan Freedom presta servicios a su comunidad junto con otros clubes locales. Además de apoyar a los nuevos inmigrantes y ayudarles a aclimatarse, los socios colaboran con un orfanato local para ayudar al personal a cuidar de los niños. En días festivos como Chuseok (Acción de Gracias), Seollnal (Año Nuevo) y Navidad, el club invita a inmigrantes norcoreanos y familias locales de bajos ingresos a compartir alimentos y regalos, a vestirse con disfraces festivos y a disfrutar del tiempo juntos para aliviar el sentimiento de aislamiento y crear un sentimiento de pertenencia. "Nos autodenominamos ‘unificación ya existente'", dice Ju Eun Seok. "Creemos que nuestras actividades facilitarán que la ciudadanía del sur acepte a la gente del norte sin prejuicios, y la gente del norte sentirá que puede ser aceptada, al vernos como orgullosos miembros de la comunidad".

El club de Seok es uno de los muchos que trabajan para que la transición de los inmigrantes sea una experiencia positiva. Los clubes rotarios de Corea del Sur llevan mucho tiempo apoyando a los desertores de Corea del Norte de diversas maneras: construyendo escuelas para los jóvenes, ofreciendo becas y proporcionando atención dental y exámenes médicos gratuitos. Durante la pandemia, cinco clubes (Ulsan-Dongbu, Ulsan-Jeil, Ulsan-Namsan, Ulsan-Muryong y Ulsan Freedom) entrgaron kits de cuarentena a 580 inmigrantes norcoreanos de la zona de Ulsan. Con la ayuda de personas como Seok y sus clubes rotarios, las vidas siguen transformándose de manera positiva.

Rotary ayuda a los refugiados