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El don de la lectura

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El Proyecto de Alfabetización de Guatemala busca mejorar las bajas tasas de alfabetización del país y mantener a los niños escolarizados

Por Fotografía de

Cuando Jennifer Jones, presidenta de Rotary International, visitó una escuela primaria en una aldea agrícola del altiplano guatemalteco y preguntó quién quería ser presidente del país, muchos de los alumnos levantaron sus manos. En la aldea de Chajalajyá, antes de que comenzara un programa de lectura apoyado por Rotary, los estudiantes solían abandonar la escuela al cabo de un par de años. "La lectura cambiará nuestra sociedad", aseguró la directora Vilma Nizeth Moreira a Jones durante una visita a la escuela en abril. " Estamos dando a los niños herramientas poderosas para erradicar la ignorancia". La enseñanza en las escuelas se ofrece en español, pero en el país se hablan unos 25 idiomas y hay pocos materiales escritos en las lenguas locales.

El Proyecto de Alfabetización de Guatemala trabaja desde hace 25 años para mejorar los índices de lectura en ese país. En 1997, Joe y Jeff Berninger, hermanos de Ohio, trabajaban como profesores voluntarios de inglés en una escuela guatemalteca que no disponía de libros. Los dos pusieron en marcha un proyecto para solucionar esta carencia. El día que llegaron los libros, hubo una gran celebración, y un dentista rotario que trabajaba como voluntario en las cercanías escuchó la algarabía y preguntó qué sucedía. "El comentó que este sería un proyecto perfecto para Rotary", explica Joe Berninger, ahora socio del Club Rotario de Ohio Pathways, quien se encarga de coordinar el proyecto.

Vilma Nizeth Moreira, directora de una escuela primaria en la aldea de Chajalajyá, ha sido testigo del éxito de los estudiantes con la ayuda del Proyecto de Alfabetización de Guatemala.

Los rotarios guatemaltecos ayudaron a implementar programas de lectura en otras escuelas, y desde 1997, La Fundación Rotaria ha contribuido al financiamiento del proyecto de alfabetización mediante 48 subvenciones por un total de 6,5 millones de dólares. En él han participado casi 800 clubes de 90 distritos, lo que lo convierte en uno de los mayores proyectos de base, multiclub y multidistrital de Rotary. La iniciativa también cuenta con el apoyo de la organización sin fines de lucro estadounidense Cooperativa para la Educación. "El empuje, el impulso y el entusiasmo provienen de Rotary", afirma Howard Lobb, director de desarrollo de colaboraciones de la Cooperativa para la Educación, quien también es socio del club de Ohio Pathways.

A partir de ese proyecto inicial de libros de texto, esta labor ha crecido hasta incluir laboratorios de informática, becas del Programa de Desarrollo Juvenil Rise y el Programa de Lectura Spark para proporcionar libros y capacitación a los maestros.

Los estudiantes pagan una cuota para alquilar los libros de texto que se deposita en un fondo rotatorio. Este fondo se utiliza para reemplazar los libros al cabo de cinco años. "La donación de Rotary sirve como inversión inicial, y cuando los libros de texto se desgastan o quedan obsoletos, la escuela puede reemplazarlos con sus propios ahorros sin tener que pedir más fondos a Rotary", explica Lobb.

Moreira, la directora de la escuela de la aldea, recuerda a una antigua alumna que no abandonó las clases gracias a una beca de Rise y que ahora irá a la universidad. La chica leyó un libro sobre la ganadora del Premio Nobel y activista pakistaní Malala Yousafzai que Moreira le prestó. "Ahora quiere ser tan grande como Malala", dice. "Le cambió la vida".

  1. Cuando Blanca Mactzul era pequeña, ojeaba las revistas de su abuelo, anhelando poder leer alguna. Su primer libro, Teo El Conejo, fue uno que tomó a escondidas. "Me llevaba el libro a todas partes", recuerda, "incluso para dormir". Desde 2020, Mactzul es profesora de Lectura Spark en la escuela primaria de Chajalajyá, donde puede constatar el poder de los libros, proporcionados por el Proyecto de Alfabetización de Guatemala, para motivar a sus alumnos a profundizar su aprendizaje. "Me alegró mucho disponer de tantos materiales para trabajar", dice. "En otras escuelas, no tenemos estos recursos".

  2. Rosa Acabal (derecha) estaba segura de que tendría que abandonar los estudios al terminar la primaria. Su madre, Leonicia Solís, solo había terminado el tercer grado. Pero el director de su escuela le habló de las becas Rise, y hoy Acabal está cursando décimo grado, estudiando turismo. Ha recibido un gran apoyo de su madre, que no solo crió sola a Rosa y a sus cuatro hermanos, sino que construyó su casa con sus propias manos. El objetivo de Acabal es terminar la escuela secundaria y encontrar un trabajo para que su madre pueda dejar de trabajar en el campo.

  3. Antes de ir a la escuela, Yurleny Teleguario vende comida callejera como pupusas y dobladas con su madre, María Magzul. Luego, se dirige a su clase de décimo grado donde estudia contabilidad. "Sueño con ser una gran empresaria", dice. Teleguario tuvo que dejar la escuela cuando su padre murió y su madre enfermó. Como consecuencia, su familia perdió su casa. Ella se enteró de las becas Rise por un primo y su objetivo es ganar suficiente dinero para comprarle a su madre una casa nueva. "La educación es muy importante para mí porque nos da la oportunidad de prosperar y progresar en la vida" asegura.

  4. José Luis Chancho (izquierda) y su familia cultivan hortalizas para la exportación. "Sabía que justo después de sexto grado, acompañaría a mi padre trabajando en el campo" explica. "Eso es lo que hicieron mis hermanos. Ninguno siguió estudiando". Pero cuando se enteró de la beca Rise, Chancho redobló sus esfuerzos en sus clases, obteniendo notas sobresalientes y una plaza en el programa. Chancho se graduó de la secundaria en 2015 y trabaja como contador en una empresa farmacéutica. Ahora utiliza el dinero que gana para pagarse la universidad. Cuando empezó la pandemia, llamó a la Cooperativa para la Educación para ofrecerse a hacer videos de matemáticas y contabilidad para apoyar a los estudiantes. "Si no fuera por el programa, podría haber tomado un camino muy equivocado", concluye.

  5. Jáckelyn Xiquín Lúc y su hermana gemela, Joselyn, estudiaban en una escuela intermedia a la que el Proyecto de Alfabetización de Guatemala dotó con un laboratorio de informática y libros de texto. Pero su familia no tenía suficiente dinero para que continuaran sus estudios, así que las hermanas abandonaron los estudios para trabajar con un tío agricultor y así ganar algo de dinero. Al mismo tiempo, aprendieron de su madre a tejer huipiles. Tres años después volvieron a la escuela cuando las becas Rise comenzaron a ofrecerse en su pueblo. En 2019, ambas obtuvieron la certificación Especialista en Excel de Microsoft Office. "Hoy estoy donde estoy gracias a la oportunidad que me dio CoEd (Cooperativa para la Educación). Tengo un empleo que me gusta", dice Xiquín. "La educación te ayuda a encontrar mejores oportunidades".

  6. Joe Berninger, Howard Lobb y Jennifer Jones, presidenta de RI, visitan a la exbecaria Rosa Ixcoy (con su bebé en brazos) y a su familia. Jones apadrinó a Ixcoy a través del Proyecto de Alfabetización de Guatemala.

Briscila Greene, especialista regional de comunicaciones de Rotary International, contribuyó a este artículo.

Este artículo fue publicado originalmente en el número de septiembre de 2022 de la revista Rotary.

Rotary ayuda a mejorar las tasas de alfabetización en todo el mundo a través del Grupo de Acción Rotaria para la Alfabetización y la Educación Básica.

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